Jimmy Kimmel regresa a ABC y critica los ataques “antiestadounidenses” de Trump contra la libertad de expresión

 El regreso de Jimmy Kimmel a la televisión marcó un momento cargado de emoción y tensión política en Estados Unidos. Tras casi una semana de suspensión de su programa “Jimmy Kimmel Live!”, el presentador volvió al aire en ABC y dedicó gran parte de su monólogo a defender la libertad de expresión, acusando al expresidente Donald Trump de liderar un esfuerzo “antiestadounidense” para censurar voces críticas.
El regreso de Jimmy Kimmel a la televisión marcó un momento cargado de emoción y tensión política en Estados Unidos. Tras casi una semana de suspensión de su programa “Jimmy Kimmel Live!”, el presentador volvió al aire en ABC y dedicó gran parte de su monólogo a defender la libertad de expresión, acusando al expresidente Donald Trump de liderar un esfuerzo “antiestadounidense” para censurar voces críticas.
El episodio puso en el centro del debate el delicado equilibrio entre la sátira política, los intereses corporativos de grandes cadenas televisivas y la presión ejercida desde el poder político.
Un regreso con mensaje político
Kimmel, conocido por su estilo irreverente y su constante confrontación con Trump, abrió su monólogo con un tono inusualmente solemne. “Este programa no es importante”, comenzó diciendo. “Lo importante es que vivimos en un país que nos permite tener un programa como este”.
El presentador recordó conversaciones con comediantes de países donde burlarse de los gobernantes puede costar cárcel o incluso la vida. “Nuestra libertad de expresión es lo que más admiran de este país, y me avergüenza decir que lo daba por sentado hasta que intentaron sacarnos del aire”, agregó, en referencia a los intentos de presionar a ABC y a cadenas afiliadas para cancelar su programa.
El público en el estudio respondió con una ovación de pie que se prolongó varios minutos, reflejando la magnitud del momento.
El origen de la polémica
La suspensión de Kimmel ocurrió tras sus comentarios del 15 de septiembre sobre el asesinato de un joven relacionado con un presunto simpatizante de Charlie Kirk, figura conservadora y aliada del movimiento MAGA. Kimmel calificó a los seguidores de Trump de intentar “distorsionar” el hecho para fines políticos, lo que desató una ola de críticas desde medios de derecha y figuras cercanas al expresidente.
El presidente de la FCC, Brendan Carr —alineado políticamente con Trump—, calificó los dichos de Kimmel como “la conducta más enfermiza posible” y sugirió que la comisión podría revisar las licencias de transmisión de ABC. Esto generó presión adicional sobre cadenas como Sinclair y Nexstar, dueñas de múltiples afiliadas, que decidieron dejar de transmitir el programa.
Trump y sus amenazas contra ABC
Pocas horas antes del regreso del programa, Trump volvió a arremeter contra ABC y Disney, su empresa matriz, desde su plataforma Truth Social.
El exmandatario aseguró que Kimmel “es un brazo más del Comité Nacional Demócrata” y acusó a la cadena de realizar “contribuciones ilegales” a campañas políticas. Además, insinuó que podría iniciar acciones legales contra la televisora: “La última vez que los perseguí me dieron 16 millones de dólares. Esta vez suena aún más lucrativo”.
La referencia alude al acuerdo alcanzado en diciembre de 2024, cuando Disney pagó esa suma para resolver una demanda por difamación presentada por Trump contra ABC.
Aunque el comediante recibió fuertes críticas desde sectores conservadores, también logró apoyos sorpresivos. Durante su monólogo, agradeció a colegas y a figuras que no comparten sus posturas políticas pero defendieron su derecho a expresarse.
Kimmel mencionó nombres como Ben Shapiro, Candace Owens, Clay Travis, Mitch McConnell, Rand Paul e incluso su frecuente “blanco de chistes”, el senador Ted Cruz. “Quizás sobre todo quiero agradecer a quienes no apoyan mi programa ni mis creencias, pero que aun así apoyan mi derecho a compartirlas”, dijo, visiblemente emocionado.
Disney y la presión corporativa
La suspensión del programa encendió alarmas en Hollywood y en organizaciones defensoras de la libertad de expresión, que calificaron la decisión como un acto de capitulación ante la presión política.
El CEO de Disney, Bob Iger, intentó calmar las aguas al emitir un comunicado en el que calificó los comentarios de Kimmel como “inoportunos e insensibles”, aunque defendió el valor de la diversidad de opiniones. Tras reuniones con Kimmel y sus abogados, la compañía autorizó el regreso del programa el martes 16 de septiembre.
Kimmel, sin embargo, no ocultó su incomodidad: “No estoy contento con la suspensión”, declaró en vivo. No obstante, agradeció a Disney “por permitirme usar su plataforma noche tras noche”.
Un problema de libertad de expresión
El caso desató un intenso debate en Estados Unidos sobre el alcance de la sátira política y el papel de las cadenas televisivas frente a la presión gubernamental. Organizaciones de derechos civiles advirtieron que las acciones contra Kimmel representan un peligroso precedente para la independencia de los medios.
“Lo que vimos fue un intento directo de un expresidente por silenciar una voz crítica mediante amenazas económicas y políticas”, señaló un analista en CNN.
El propio Kimmel advirtió que la ofensiva contra su programa podría ser solo el comienzo: “Espero que si intentan hacer lo mismo con Jimmy Fallon o cualquier otro colega, se hagan oír diez veces más fuerte”.
La reacción del público y el boicot a Disney
La controversia generó una ola de reacciones en redes sociales. Miles de usuarios expresaron su respaldo al presentador, mientras que otros llamaron a boicotear a Disney+ y Hulu como forma de protesta por haber cedido a la presión inicial.
Aunque el impacto económico del boicot no ha sido cuantificado, el tema ocupó titulares durante varios días y aumentó la polarización política en torno al papel de los comediantes en el debate público.
El regreso de Jimmy Kimmel a la televisión no fue solo un episodio más en la rivalidad que mantiene con Donald Trump desde hace años. Fue un recordatorio de la importancia de la libertad de expresión en democracia y de los riesgos que enfrentan los medios cuando la presión política y corporativa intenta silenciar voces disidentes.
En palabras del propio presentador: “Nuestro líder celebra que los estadounidenses pierdan sus medios de vida porque no puede aceptar una broma. Eso no es legal. Eso no es estadounidense. Eso es antiestadounidense”.
Más allá del humor, Kimmel transformó su monólogo en una defensa apasionada de un derecho fundamental, que hoy parece más frágil de lo que muchos creían.





