China, considerada el mayor emisor de gases de efecto invernadero del planeta, ha dado un paso histórico en su lucha contra el cambio climático. Un informe reciente reveló que las emisiones de carbono del país se redujeron en un 1% durante la primera mitad de 2025 en comparación con el mismo período del año anterior.
Este resultado consolida una tendencia que inició en marzo de 2024 y sugiere que China podría haber alcanzado su pico máximo de emisiones mucho antes del objetivo oficial fijado para 2030.
Energía solar: el motor del cambio
La clave de este avance se encuentra en la vertiginosa expansión de la energía solar. Solo en los primeros seis meses de 2025, China instaló 212 gigavatios de capacidad solar, una cifra que no solo duplica su propio récord anterior, sino que además supera la capacidad solar total de Estados Unidos, que cerró 2024 con 178 gigavatios.
Actualmente, la energía solar en China ya superó a la hidroeléctrica y está muy cerca de consolidarse como la principal fuente de energía limpia del país, por encima incluso de la eólica.
El megaproyecto del Tíbet: el parque solar más grande del mundo
En paralelo, China avanza en la construcción de lo que será el parque solar más grande del planeta, ubicado en una meseta tibetana. Este complejo abarcará 610 kilómetros cuadrados, un área comparable al tamaño de la ciudad de Chicago (EE. UU.), y contará con más de 7 millones de paneles solares capaces de generar energía suficiente para abastecer a 5 millones de hogares.
Más allá de la magnitud tecnológica, el proyecto tiene un impacto ecológico positivo: los paneles reducen la evaporación del suelo y actúan como barreras contra el polvo, lo que ha favorecido la regeneración de vegetación. Incluso, la instalación permite que miles de ovejas pasten entre las estructuras, en un ejemplo de integración entre energía renovable y sostenibilidad ambiental.
Un rayo de esperanza en medio de la crisis climática
Expertos internacionales han calificado este momento como un punto de inflexión de trascendencia global. Li Shuo, del Asia Society Policy Institute, señaló que la estabilización de las emisiones chinas representa “un inusual rayo de esperanza” y prueba que es posible reducir emisiones sin frenar el crecimiento económico.
No obstante, también advirtió que la alta dependencia del carbón sigue siendo un riesgo latente, y que será necesario mantener un ritmo agresivo de reducción de emisiones para cumplir con la meta de neutralidad de carbono en 2060.
Impacto global y regional
Este logro no solo coloca a China como líder mundial en transición energética, sino que además influye en los mercados internacionales. La rápida expansión de paneles solares está reduciendo sus costos a nivel global, lo que beneficia a países emergentes, entre ellos Venezuela y Latinoamérica, que buscan impulsar proyectos de energías renovables como alternativa a la dependencia petrolera.
La experiencia china demuestra que la inversión en energías limpias no solo es viable, sino que también puede generar desarrollo económico, reducir emisiones y abrir nuevas oportunidades de exportación de tecnología.